Blog invitada: Norma Flores Allende y Asunción Collante
Los feminicidios han ido incrementándose en los últimos años en América Latina y en este grave contexto varios medios insisten en presentarlos como espectáculos desde una narrativa machista. De esta manera, abundan estereotipos de género, justificaciones de los crímenes y revictimización de las mujeres asesinadas con el propósito de entretener a la audiencia y captar la atención. Esta violencia mediática refuerza el machismo y la cultura feminicida.
¿Qué podemos hacer desde las redacciones para detener esto? Tras conversaciones con la socióloga venezolana Esther Pineda, la comunicadora paraguaya Fátima Rodríguez y la abogada paraguaya Mirta Moragas resumimos algunos puntos importantes para narrar los feminicidios de forma ética y responsable:
1. Informar, contextualizar y prevenir
Esther Pineda recomienda:
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Informar los hechos sin conjeturas o hipótesis y sin fundamentación sobre las motivaciones del crimen (por ejemplo, evitar afirmar que la víctima fue agredida por ajuste de cuentas, por mantener vínculos con grupos criminales o porque era prostituta, etc.).
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No ahondar en detalles morbosos. Es innecesario describir el cuerpo o cómo exactamente fue asesinada la mujer.
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No exponer información innecesaria sobre la vida de la víctima, sus relaciones, hábitos, y erradicar prejuicios y estereotipos que revictimicen o expongan a la víctima o a sus familiares.
La socióloga venezolana apunta que los feminicidios deben ser contextualizados para explicar que estos crímenes no son hechos aislados cometidos por enfermos mentales o monstruos: son producto de una violencia estructural. Si los patrones culturales y relacionales machistas no se transforman, todas las mujeres están en riesgo de ser víctimas de feminicidio y los hombres en riesgo de ser feminicidas.
La académica subraya que es importante que los medios agreguen información útil y preventiva sobre qué hacer o a dónde acudir en caso de ser víctima de violencia contra la mujer, o sobre cómo ayudar y acompañar a alguna mujer conocida víctima de violencia.
2. Nombrar los feminicidios más allá de la definición legal de cada país
Varios medios todavía no reconocen los feminicidios y siguen nombrándolos como “crímenes pasionales” u homicidios. No obstante, cabe señalar muchas veces que las legislaciones de los países pueden ser limitadas y no contemplar numerosas circunstancias como violencia de género y/o feminicidios.
A este respecto, la abogada paraguaya Mirta Moragas resalta que los medios deben tener criterios más amplios que el sistema de justicia, ya que este muchas veces no representa a toda la realidad. Así también, señala que en el caso de Paraguay hay discrepancias entre las estadísticas oficiales y las registradas por organizaciones feministas como el Centro de Documentación y Estudios. Sin embargo, ante esta situación, la abogada recomienda que aunque las instituciones oficiales no nombren ciertos casos como feminicidios, los medios sí deben hacerlo. Esther Pineda agrega que lo ideal es que los medios de comunicación aborden estos casos desde un criterio teórico porque el jurídico casi siempre es incompleto.
3. No justificar los crímenes bajo ningún concepto
Esther Pineda destaca que no se debe sostener que la mujer fue asesinada por infiel o excusar al feminicida porque tenía problemas de consumo de alcohol, estupefacientes, o porque “estaba obsesionado”.
Por otro lado, la comunicadora paraguaya Fátima Rodríguez indica que al hacer seguimiento de casos de feminicidios, encuentra que muchas veces los medios mencionan, –insinuando como justificación–, que las mujeres víctimas tenían problemas emocionales o de consumo de drogas, pero no hay razón valida para el asesinato de ninguna persona.
4. Las víctimas y los victimarios deben ser nombradas como lo que son: Personas
En la mayoría de los casos las víctimas y los victimarios son presentados en las noticias como “caricaturizados” así, los medios intentan fijar en el imaginario social a estos crímenes como “excepcionales”. Por ello, la socióloga venezolana acota que no se les debe presentar como ángeles ni cómo demonios, sino como lo que son: agredida y agresor en un contexto de desigualdad y relaciones de poder. Además a la víctima se le debe llamar por su nombre y apellido para evitar su deshumanización o convertirla en una cifra más de las estadísticas. 5. Recurrir a fuentes diversas, no solo la policial y fiscal
Fátima Rodríguez recuerda que un requisito básico del periodismo es contrastar las fuentes.
En muchas ocasiones las voces más cercanas al hecho son las de familiares o amigos, dependiendo del caso éstas pueden contribuir a evitar la revictimización de la víctima, pero en otros casos puede suceder lo contrario. Así lo explica Fátima “muchas veces las personas allegadas a las mujeres asesinadas pueden no estar en condiciones de hablar debido a la conmoción o el shock”. Por ello, lo más adecuado es siempre acudir a la voz de expertos/as en la materia como ser abogadas, psicólogas, sociólogas y trabajadoras sociales de manera a poder analizar y contextualizar el hecho ocurrido.
Esther Pineda recomienda no realizar entrevistas vox populi sobre hechos de tal gravedad que todavía provocan prejuicios en la sociedad, evitar la revictimización o que se justifique a los agresores y acudir a personas que sean expertas en violencia contra la mujer porque de otra manera pueden contribuir a confundir y desinformar.
6. Evitar fotos y sonidos que contribuyan a crear un espectáculo
Respecto a las fotos, Fátima Rodríguez indica que no debería publicarse ni la foto de la víctima para no revictimizar ni la foto del agresor, por respetar las garantías y la presunción de inocencia. Sin embargo, la comunicadora señala que los medios están acostumbrados a publicar las fotos de las víctimas. Allí como periodistas deberíamos preguntarnos si las fotos contribuyen a un pedido de justicia o si es solamente morbo.
Esther Pineda menciona que nunca deben exponerse fotografías del cuerpo de la víctima, de sus heridas, del estado en que fue hallada, de la escena del crimen o del arma homicida. Así también es importante evitar fotografías que puedan revictimizar a la víctima y justificar el crimen con imágenes sexualizadas o en donde la mujer aparezca bebiendo o con un grupo de amigos. Para la socióloga, los medios pueden usar fotos de las víctimas solamente si cuentan con la autorización de su familia y que sea ésta la que elija cómo quiere que la niña o mujer sea recordada.
Respecto a la música, la Esther Pineda señala que no debe utilizarse música de fondo que evoque al terror o al romanticismo.
7. Impulsar la perspectiva de género y de derechos humanos dentro de las redacciones
La socióloga venezolana afirma que los medios de comunicación deben formar de manera frecuente a todo su personal en perspectiva feminista y derechos humanos para que esta sea incorporada en todos los niveles y fases de la producción de contenidos. Así también, deben sumar comunicadoras feministas y con enfoque de derechos en los espacios de toma de decisiones, crear la figura de editora de género y convocar a más mujeres expertas a ser entrevistadas.
Fátima Rodríguez señala que a pesar de la crisis de las empresas periodísticas en la región, no hay que perder las esperanzas de que más medios incorporen editoras de género. Esto ocurrirá ante la demanda creciente de consumidores de noticias. Como recientemente que El País incluyó la figura de corresponsalía de género con el propósito de explicar los fenómenos alrededor del tema.
Como conclusión, el primer paso que tanto periodistas como medios de comunicación debemos realizar es retomar las funciones básicas del periodismo que son informar y educar, no solamente entretener. Debemos empezar a tener respeto y empatía hacia las víctimas, dejar de mirarlas como simples objetos que deben ser vendidos para el rating, sino ponernos en su lugar y reflexionar: si fuéramos esas víctimas, o fueran nuestras madres, hermanas o amigas, ¿cómo quisiéramos que los medios tratasen el caso? Creemos que con ética periodística podremos erradicar la violencia mediática y contribuir con narrativas más igualitarias y responsables que puedan ayudar en el avance hacia sociedades libres de machismo.